Hace varias décadas que hablamos y comulgamos en distintos niveles con las consecuencias de la denominada: crisis de la modernidad, reflejada en las valoraciones de sentido sobre el mundo actual y por tanto en la vida del hombre, provocando una nueva forma de desorientación como bien apuntan Berger y Luckmann en el ensayo “Modernidad, pluralismo y crisis de sentido”. Esa nueva forma de desorientación se alimenta con excesos del espectáculo (Guy Debord), cohabitamos dentro de una vida líquida (Zygmunt Bauman) que nos ha convertido en sociedades con déficit de atención, individuos que pierden el interés por la intensidad en el flujo de información e imágenes.
Por ello, las piezas que presenta Gorka Larrañaga son proposiciones para replantear las significaciones de las experiencias, particularmente, vistas desde la imagen, en cada obra, el autor se detiene a vaciar el contenido, intenta evitar el argumento anecdótico o narrativo, para tornar a lo esencial, lo fundamental en lo formal, es decir, tener conciencia de la estructura general de las cosas, donde la percepción, la memoria y la imaginación, juegan un papel importante en cada una de ellas.
Rompecabezas, dibujos conceptuales fotorrealistas, abstracciones, incidencias en las capas de papel con bisturí, grafito en la intervención final, todo sin color, únicamente, tonalidades grisáceas, que buscan resaltar las cualidades ocultas en la imagen virtual, el hecho de la intervención como una disección hacia nuevas composiciones, capas, alusiones, menciones o referencias cifradas. Formalmente son collages, que parecen guiños a cuestiones esquizofrénicas inherentes de los individuos contemporáneos, donde la abundancia ha dejado estragos. Las piezas, por tanto, son reflexiones a revisitar el acto en la mirada y ralentizar el exceso de información. Se convierten en composiciones que ofrecen la posibilidad de entender que todavía es posible generar más desde una misma imagen, lo cual es una reflexión muy potente dentro es este contexto, donde cada día se generan cantidades abrumadoras de fotografías colgadas en las redes, hoy, existen más imágenes en internet que ojos atentos para poder verlas.
Gorka nos hace meditar en que la imagen tiene mucho que ofrecer aún, que están esperando otras reflexiones y miradas desde la experiencia contemplativa al romper lo narrativo lineal o profundizar en lo aparentemente acabado e ir tras la huella, encontrándose a consecuencia con la reconstrucción de caminos y señales, pistas para comprender algo abstracto y simbólico, uniendo el método de trabajo constante, admitiendo y aprovechando las olas de sus consecuencias para tomar fuerza en los resultados formales.
Mónica Galván